jueves, enero 26, 2006


Del tiempo... hablar del tiempo es como hablar del sabor del chocolate, para algunos resulta amargo, para otros dulce y empalagoso, para más, un desatinado placer inmerecido...Hoy miré la tarde envuelta en aromas cálidos... con los ojos entre abiertos y la sonrisa vestida de festín... clandestina...
A lo lejos, escuchaba aquel tragín que ya he ido haciéndo mio, como cada tiempo que coincide con las horas de él y los minutos mios... de cerca, escuchaba su respiración, sus latidos , el pestañeo sobre mi frente, el tic tac de su reloj sobre una mesita simple...para él, mi tiempo se esfuma, se detiene, se adormece sobre sus manos que hacen cuna a mis atardeceres...entonces, dejo de envejecer para renacer...
El invierno se asoma, la neblina jacarandosa hace los atardeceres prestos para los romances, el cuerpo busca argonómicamente la forma de producirse calor para si mismo de forma tal, que la naturaleza inclina a buscar a un próximo para intercambiar grados de temperatura... fusión.
Bajo las sábanas mi frio se entretiene con mi tiempo, romancean...entonces yo, soy capáz de convertirme en un cálido retozo de besos, dónde cerrar los ojos implica hacer la noche a media tarde... y fingir que duermo, que sueño, y que me pierdo en la maravilla del descanso, para sorprenderme con frio... con las señales del cuerpo... del frio... y buscar mi tiempo, mi frio, metida entre sus brazos, entre su aroma, entre su flama... y volver a perderme...con los ojos abiertos... mientras las campanas del reloj ... marcan las siete.
Afuera el tiempo sigue intacto con su frio...con su sabor a chocolate...
y yo con sus horas, el con los minutos mios...sin frio... sin tiempo.


Texto Publicado originalmente para:
DeContraluces

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