jueves, enero 26, 2006


Te sigo,
La palabra es compañía.
Es releer lo ya vivido para retomar el instante, olerlo, recordar hasta la temperatura del café de ese instante, la lluvia inoportuna, el apuro del trabajo y la estación del año.... no importa que tan lejos de nuestro presente se encuentre aquella evidencia de un "estar" sino la magnífica complacencia que da el volver a vivir la compañía.
Tienes razón en aquello de que exiten personajes con habilidades extraordinarias para expresar no solo vivencias, sino capaces de llevarnos de la mano a emociones reconocidas, no importa que sea en un cuerpo ajeno, o en una vivencia extraña, la idea es apropiarse del sentimiento expresado, vivirlo, compartirlo y sentir renacer cierta complicidad con aroma a afecto.
Uno va leyendo lo prestado, lo robado, lo compartido y establecer cierta afinidad en experiencias vividas, pero ays! cuando uno se topa con vivencias de personas cercanas, que es igual a encontrar un oásis en medio de un cielo cargado de relámpagos, es ahí cuando la cercanía se aproxima, cuando se roza la punta de la nariz con el otro y se hacen morisquetas de complicidad y arrojo...cuando te sorprendes sonriéndo para ti y para el "otro" y disfrutas de la sensación de haber vuelto a sentir aquella compañía tan próxima que queda la piel adormecida.
Petalos de rosa, palabras sueltas, coherentes, oportunas y sin rumbo, navegando de mar en mar hasta encontrar puerto a puerto, cuna para plantar imperios de sol.


Texto Publicado originalmente para:
De Ángeles y Demonios

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