He despertado con una sensación extraña, con una inspiración que ya extrañaba, y con una avidez por escribir y escribir como si quisiera reponer tantos y tantos días y casi meses de ausencia, pereza e indiferencia de letras.
He recorrido la casa en pijama hasta pasado el medio día, hojeado un libro que me ha hecho llorar de angustia.....
He mirado mi Jacaranda que parecía muerto y desierto a causa de una invasión de hormigas y ahora le ha dado por florecer como si tuviera timidez de mostrarse esplendida…me he perdido extasiada en sus habitantes…
Una pajarita que parece estar anidando y parece no importarle absolutamente n-a-d-a, un pequeñísimo pajarito que salta de rama en rama y gorgorea simpatiquísimo, flores que me animan a creer, en algo, no sé exactamente en que pero al fin y al cabo en -creer-…
He caminado descalza de norte a sur los pasillos de ésta casa mía, que hoy veo más iluminada y amplia, he cruzado entre las habitaciones de los chicos, sin esquivar los trapos regados y las boronas de pan, he vuelto a ir y venir caminando de puntitas, hasta darme cuenta que lo hacía para después reírme de pura curiosidad por esa nueva manía.
He subido y bajado la escalera que va de mis cuatro esquinas cómplices hasta la cocina, apretando el trasero y tensando los muslos hasta sentir que atrás de las rodillas me arde un calambre que ignoro y me paso mirando por el reflejo del cristal de la puerta y me veo un vientre que me parece inflado, entonces estilizo la postura, enderezo la espalda y con todo el esfuerzo del que soy capaz aguanto la respiración mientras aprieto el vientre y me veo planita, planita, como modelo de pasarela. Sonrío, porque entonces mi pecho sobresale con un exagerado e invisible ego.
Vuelvo a mis cuatro paredes donde mi computadora me reclama el olvido de los últimos días en que me embelecé leyendo “Flores en el ático” y me he estado cuestionado como es posible que alguien pueda escribir como V.C. Andrews, mezclando poesía y tragedia con tanto desparpajo, sin importarle una pizca la inmensa angustia que deja su historia.
Hoy el día me ha parecido extraño, ayer también me pareció extraño y los días anteriores también, ahora que lo reflexiono, me siento infinitamente nostálgica y sensible a más no poder, como si piel se hubiera vuelto transparente y cualquier insignificante roce me estremeciera en agrado y desagrado, da igual.
También estuve largo rato mirando los cuadros que hay en la sala, perdiéndome entre las réplicas de Diego Rivera, Frida Calo y Van Gogh, evito el cuadro del cantinflas que me aterra, con sus ojos en medio de dos triángulos negros y una mano que no se le ve y a la vez, parece que le rodea el pescuezo. No sé aún porque ese cuadro sigue ahí, si quizá sería mejor que en su lugar hubiera aunque sea un almanaque con niñitos de colores.
Me siento en un abandono extraño y a la vez con una fuerza implacable que me empuja hacia sueños que aún no invento y que me gritan desde no se donde que me apure a darles cause y de una buena vez los estrene.
Me veo con un montón de ganas revueltas y placeres mundanos despertando de una parranda de días desosegados y ausentes, me siento como si por una inverosímil causa mi Ser se conectara con algo más superior a mis razones de toda la vida y por primera vez el mañana me pareciera despreocupado, al igual que las despedidas con todo y sus ausencias.
También he olvidado el celular no se donde, si apenas hace unos cuantos días lo llevaba como parte de uno de mis órganos vitales, al igual que el radio que sigo sin saber usar y me altera por la misma causa. Será que de igual manera se me ha esfumado la imperiosa necesidad de esperar algo, que llegará cuando se le de la olímpica gana o ¿nunca?
Es verdad que aunque intente e intente por todos los costados de mi mundo ocultar, algo extraño con todas mis fuerzas, con toda la redondez de mi ombligo y con toda la ronca gravedad de mi alma, pero que me importa si en la vida, cada día, se tiene la gracia de agarrar los lápices de colores y el lienzo virgen de cada hora para dejar un siempre que recordar y un ahora para sentir.
Manos a la obra entonces.
He subido y bajado la escalera que va de mis cuatro esquinas cómplices hasta la cocina, apretando el trasero y tensando los muslos hasta sentir que atrás de las rodillas me arde un calambre que ignoro y me paso mirando por el reflejo del cristal de la puerta y me veo un vientre que me parece inflado, entonces estilizo la postura, enderezo la espalda y con todo el esfuerzo del que soy capaz aguanto la respiración mientras aprieto el vientre y me veo planita, planita, como modelo de pasarela. Sonrío, porque entonces mi pecho sobresale con un exagerado e invisible ego.
Vuelvo a mis cuatro paredes donde mi computadora me reclama el olvido de los últimos días en que me embelecé leyendo “Flores en el ático” y me he estado cuestionado como es posible que alguien pueda escribir como V.C. Andrews, mezclando poesía y tragedia con tanto desparpajo, sin importarle una pizca la inmensa angustia que deja su historia.
Hoy el día me ha parecido extraño, ayer también me pareció extraño y los días anteriores también, ahora que lo reflexiono, me siento infinitamente nostálgica y sensible a más no poder, como si piel se hubiera vuelto transparente y cualquier insignificante roce me estremeciera en agrado y desagrado, da igual.
También estuve largo rato mirando los cuadros que hay en la sala, perdiéndome entre las réplicas de Diego Rivera, Frida Calo y Van Gogh, evito el cuadro del cantinflas que me aterra, con sus ojos en medio de dos triángulos negros y una mano que no se le ve y a la vez, parece que le rodea el pescuezo. No sé aún porque ese cuadro sigue ahí, si quizá sería mejor que en su lugar hubiera aunque sea un almanaque con niñitos de colores.
Me siento en un abandono extraño y a la vez con una fuerza implacable que me empuja hacia sueños que aún no invento y que me gritan desde no se donde que me apure a darles cause y de una buena vez los estrene.
Me veo con un montón de ganas revueltas y placeres mundanos despertando de una parranda de días desosegados y ausentes, me siento como si por una inverosímil causa mi Ser se conectara con algo más superior a mis razones de toda la vida y por primera vez el mañana me pareciera despreocupado, al igual que las despedidas con todo y sus ausencias.
También he olvidado el celular no se donde, si apenas hace unos cuantos días lo llevaba como parte de uno de mis órganos vitales, al igual que el radio que sigo sin saber usar y me altera por la misma causa. Será que de igual manera se me ha esfumado la imperiosa necesidad de esperar algo, que llegará cuando se le de la olímpica gana o ¿nunca?
Es verdad que aunque intente e intente por todos los costados de mi mundo ocultar, algo extraño con todas mis fuerzas, con toda la redondez de mi ombligo y con toda la ronca gravedad de mi alma, pero que me importa si en la vida, cada día, se tiene la gracia de agarrar los lápices de colores y el lienzo virgen de cada hora para dejar un siempre que recordar y un ahora para sentir.
Manos a la obra entonces.
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Amigos míos, les invito a leer a
Lucrecia... en
18 comentarios:
Cuanto cieloazul !!!
Amo los jacarandas, ni que decir los pajarillos.
¿Como modelo de pasarela? eso suena bien, no tanto lo del cantinflas
¿que esperas para dejar de soportarlo?
Una entrada estupenda, que culmina gloriosa ... pues, manos a la obra
Fuerte abrazo
Sigues dándole a las palabras el hermoso don de tu sentir...
Besos para tu alma
Me alegra saber que dispones de esa fuerza implacable Cristina.
Eso es muy buena señal.
Besos.
Niñaaaaaaaaaaaaaaaa que super escritora!!! y además nos enganchamossss a tope!! que bueno lo que escribesy cuan real, eso nos pasa a todos; además oye, nos has dado ideas para que tambien hagamos esos ejercicios subiendo y bajando escaleras, yo en cas ano tengo,pero en el trabajo sí, me diran loca siu me ven subiendo y bajando??? jajajajaja
Lo del celular es algo que aveces pienso y creo que realmente tenemos demasiada dependencia de él, no podemos vivir ya si no lo llevamos encima, es como si nos faltase alguna cosa importantisimaaa; y eso siempre es malo, una dependecia tal, no me gusta.; asi que disfruta ese olvido.
Por cierto, yo también tengo una jacaranda y esta bonita, con sus hojas verdes, ya dejó de tener flores, no se si por el tiempo cambiará el tiempo de floración de tu pais al mio; pero cuando está llena de racimos de flores violeta, está preciosa!! Este invierno pasado, hizo dias de mucho viento y casi nos la arranca del suelo; la tuvimos que sujetar por varios lugares.
Cristina, tu eres de esas personas que tienen la gracia como tu dices, de .....agarrar los lápices de colores y el lienzo virgen de cada hora para dejar un siempre que recordar y un ahora para sentir... así que gracias por hacernos participe de esas pinceladas, de esos sentires, de esa vida.
Un saludo desde el Mediterraneo español
Me alegra saber que tu coquetería hace subir la escalera a tu invisible ego...¿Por qué eres tan cieloazzul tú, dime? ;-))
Siempre me regalas dulzores que son de agradecer...
Besos veraniegos.
Creo que mientras te leí he respirado, porque sino me hubiera muerto, pero no me di cuenta que lo hacía.
Me he visto entre tus pasos, me he paseado con vos por tu casa, mirando el jacarandá y sintiendo la emoción de un buen libro.
Cielito, perdé el celular, la radio, perdete por tu casa, pero no pierdas los lápices de colores, en especial el azul.
Besos.
Pero que lindo texto, que lindo relato, viajé con vos, y ví cada una de esas cosas que te acompañan. Ay cielito, cada vez escribís mejor, y cada vez vengo mas seguido. Un beso mi querida.
Tu bella forma de trasmitir esos sentimientos, hacen que me lleve lo mejor de cada palabra.
siempre un placer leerte.
Beatriz
Me encanta cuando escribes sobre ti, eres como una cronista, lo haces de maravilla, logras que todos te sigamos el ritmo como dice Pato sin respirar, aunque llenaras cinco folios te leería sin perder el aliento, felicidades Cristina, estás muy viva.
Mil besos tqm
Tus palabras me inspiran placidez y descanso... Espero que disfrutes esas vacaciones y te sigas embelesando con la belleza del aire, de la casa y del jardín y sientas la vida así de hondo. Un beso grande, Cielo,
V.
la vida y su belleza fluyen a través de tus ojos y llegan a tus letras de una manera cautivante. gracias por compartir tantas cosas bonitas que te rodean
Casualidad o suerte pero encintre tu blog y me ha parecido excepcional la manera con la que expresas esos simples momentos de la vida cotidiana que hacen que parezcan aún más maravillosos. Un saludo.
Eso significa: VIDA.
Mil besos.
Por el momento solo diré que espero volver por aqui, me gustó mucho el blog... Suerte y saludos...
Que hermosa crónica de un tiempo sin tiempo y de un alma que reposa y vuela...
Besos!
Toda la belleza del tiempo columpiandose en tus palabras.
Bikiños mil preciosa y buen fin de semana.
No se puede negar que tienes un don especial.
Mmmm ... si ambas estamos igual, esperando ...
Pues manos a la obra y el corazón latiendo.
Te quiero mucho cielabella y azzul :)
*Lamento andar tan perdida, tardar tanto en venir a leerte, que siempre es un placer, poco a poco me iré volviendo.
Besos Cris
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