Siempre he tenido la creencia que no existe nada más emocionante que los reencuentros.

Pero cuando éstos, son con aquellas personas con quienes aun en la distancia, se ha compartido una vida entera, la emoción es insuperable.

Sigue sorprendiéndome la grandeza de la amistad, esa amistad que se cultiva a través de los años, de los tropiezos, de los contrastes del crecer y madurar, con el tiempo encima comprendo que los ideales de la vida se traducen en el simple gusto de estrecharse y volver a vivir los instantes pasados con la mima emoción que cuando se tiene en las manos la adolescencia como bandera.

La noche de ayer he vivido una de las desveladas más provechosas de mis últimos años, al compartir instantes con aquellas amigas que por alguna razón dejaron nuestro terruño de infancia para establecerse en otros lugares del mundo.

Y así, después de 20 años!! nos volvimos a encontrar...no estaban todas, pero han coincido tres de ellas y ha sido como estar a pedacitos con cada una de las ausentes, con una de ellas, especialmente, el gusto fue mayor, pues ella está enfrentando una lucha contra esas putas enfermedades que no tienen cura, pero que a ella le ha dispensado el declive, luciendo una cabellera hermosa y una mirada llena de vida nos ha maravillado con su misma sonrisa, su misma charla y esa actitud que desde niña la distinguió como la clásica "roba novios".
Ha sido como no habernos dejado de ver nunca, el tiempo se hizo indulgente y nos prestó una noche vestida con lluvia calientita, que nos acompañó entre bebida y bebida a desatornillarnos de risa, a gritar de sofocos y a contar de dos en dos secretos guardados que nos acercaron para siempre...
No sabemos cuando podamos volver a vernos, no sabemos siquiera si la próxima vez podamos estar todas con la misma disposición que anoche, pero hemos disfrutado a bocados inmensos el abrazo y el cariño que sigue arropandonos a pesar de las distancias.
Y eso.