He caminado por los bordes de mis desvaríos, abrigando un sin fin de ideales que no son más que íntimos caprichos caducados, voy y vengo zigzagueando por imprevistas emociones que no me resultan más que en desencanto.
Quiero seguir creyendo en ese algo que existe al otro lado de la razón, quiero seguir siendo cómplice de esa locura bendita de amar a través de los cincos sentidos, quiero volver a encontrar una señal que se materialice en una sonrisa bandida y me vuelva creyente de una verdad sin olvidos.
Quiero volverme inmune a las noches interminables, a los pensamientos huérfanos, a los besos sin retorno.
Quiero perderme en el infinito azzul que me invento, sembrar nuevos deseos en el origen de mis años y estrenar un aire tibio y sosegado que se me cuele por los poros, me perfume la memoria y me sorprenda sin recuerdos.

Quiero un amor sencillo que entienda mis remilgos,

que me hable con los ojos,

y me invente un universo.
Quiero permanecer en el verso que aún no escribo,
en una palabra que se alargue en las mañanas,
en una canción que me haga cerrar los ojos,
en un hoy que me bautice.