No es solo el que estés a mi lado lo que me provoca, sino aquel silencio que me perturba, me prepara, me previene, me conmueve...
son aquellas caricias prestas, que me reconocen y moldean a tu libre antojo, al tamaño de tu instante y al sabor de tu banquete...
es aquella mirada que se pierde en el breve instante en que reposas, sobre tu virilidad de acero, el palpitar de tu sangre revuelta de lujuria...
y sentir tu respiración regresar a su cuna, donde se revuelve con la mía y se enlazan en rítmo de cortejo....
mientras tu exhalas los últimos jadeos de mi vientre...
y yo inhalo el humo de tu hoguera....
siendo uno...