domingo, abril 05, 2015

La chuchería y sus encantos.


Desde que Concha recordaba, el horario para los alimentos era sagrado, incluyendo todos los menesteres saludables servidos en la vajilla de porcelana sin averiar.
Para cada una de las tres comidas reglamentarias había un menú distinto, repleto de buenos modales y efímera convivencia.
Nada de subir los codos a la mesa, nada de emitir un solo sorbo ruidoso, mucho menos nada de sacarse los zapatos para descansar del trajín cotidiano.
Fue hasta que conoció al hombre que le revoloteó el manual de lo correcto que empezó a probar el desayuno pasado el mediodía y a comer por ahí de la media noche.
Así, encontró en los arrumacos la botana, en los besos el digestivo adecuado, en el ancho de la cama el plato fuerte preferido y en la punta de la sábana la ocasión para sonreír.
El mejor momento venía cuando sobre la alfombra y con los pies descalzos cada cual comía entre arrimones y chucherías, un poco de salado con un sorbo de besos, un trago de cualquier bebida entre dos mordiscos ruidosos, cinco pizcas de crujientes carcajadas y uno que otro silencio trastabillado para la buena digestión.
- ¿Cuál es tu comida preferida?- Le preguntaron un día a Concha en una de esas reuniones cotidianas de confidentes .
- La chuchería- Respondió, con el antojo en la punta de la lengua.
- ¿ La chuchería?- preguntaron curiosas…
- Si, la chuchería que tiene sus encantos- Dijo Concha relamiéndose hambrienta los antojos, omitiendo la receta mientras sentía a deshoras el apetito atroz.
cieloazzul. 2015
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